Miro la ciudad.

Miro la ciudad desde mi altura
Altura que no es más que una simple sutileza del destino
Destino que fluye como un río que baja por mis labios
Labios que se abren para castigar el silencio de esos cadáveres
Cadáveres que se recrean en las plazas y en los bulevares.

Miro la ciudad desde mi cama
Cama que encierra entre sus sábanas luminosas, gallos y sueños
Sueños infames, perfectos, mágicos, brillantes, cálidos
Cálidos caminos de la noche, por debajo de vos y de ellos
Ellos se pierden en tus telarañas prendados de luz.

Miro la ciudad desde mi soledad
Soledad compañera, guerrillera inmune al dolor de vivir
Vivir sin ella es agonizar por la distancia recorrida
Recorrida la mañana, en calles desiertas me detengo
Detengo el tiempo y simplemente, miro la ciudad.

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